SOBRE EL DESTINO, EL ORÁCULO DE DELFOS Y EL FESTIVAL DE MÉRIDA


Los hombres son dueños de su propio DESTINO.
Pueden cometer los mismos errores o incluso pueden
huir de todo lo que desean y de lo que la vida generosamente
coloca ante ellos.
BRIDA, PAULO COELHO

Si algo compartimos los seres humanos desde  tiempos inmemoriales es la necesidad innata de darle sentido a nuestra existencia. 

El miedo a lo desconocido, al incierto futuro, ha sido un temor compartido a lo largo de la historia.

El concepto de destino, fuerza inamovible que determinará el mañana,  también ha generado muchas teorías en todas las épocas. 

Una creencia muy extendida es que lo podemos conocer a través de diversos oráculos. 

Cartas, líneas de la mano, posos de café, astrología.

Muchas veces he mirado al cielo estrellado intentando buscar respuestas  llevada por una pulsión interna escrita en mi ADN ancestral. 

Aquel que grita Todo está escrito en las estrellas.

Mirar hacia arriba es un recordatorio de que formo parte de algo infinito e inexplicable.


Sin embargo la certeza del camino a seguir la encuentro en mi interior. Quizá sea esa la razón por la que encima del templo de DELFOS podía leerse, según cuenta una leyenda, la inscripción CONÓCETE A TI MISMO.


En la antigua Grecia sus habitantes creían poder saber de su futuro acudiendo al famoso Oráculo de Delfos situado al pie del monte Parnaso, y erigido en honor al dios Apolo

Centro religioso del mundo helénico acudían personas de todos los lugares del país.


Apolo hablaba por boca de  la sacerdotisa Pitia. Origen del término Pitonisa. 

La adivina debía ser de vida y costumbres irreprochables y vivir para siempre en el santuario. 


Las pitias ofrecían respuestas que un sacerdote debía interpretar.


La primera Pitia se llamó Sibylla.   De ahí la expresión No seas sibilino o sibilina.    
Los griegos contaban muchas historias sobre los seres alcanzados por el destino. El monarca Edipo es uno de ellos.

Cuando nació Edipo,  el Oráculo de Delfos le auguró a su padre Layo, rey de Tebas, que su hijo lo asesinaría y desposaría a su madre.


Al oir aquello, Layo ordenó matar al pequeño. El servidor horrorizado por la orden,  lo abandonó en un monte colgado de un árbol por los pies. 


Citerón un bondadoso pastor rescató al niño y se lo entregó a Pólibo, rey de Corinto


En aquellas tierras, Edipo creció feliz. Sin embargo la poderosa mano invisible del destino le conduciría a Tebas. 


Allí daría muerte al rey Layo, su padre, él lo desconocía, y  se casaría con Yocasta, su verdadera madre. Con ella tuvo dos hijos: Eteócides y Policines y dos hijas: Ismene y Antígona, protagonista de la famosa obra de Sófocles. 

                                  
La Antígona de Sófocles fue representada por primera vez en el año 442 A de C. Ahora puede verse en el Teatro Romano de Mérida del 11 al 28 de Agosto.
                                               

Antígona de Sófocles.
Versión: Ernesto Caballero.
Producción: Festival de MéridaDirección: Mauricio García Lozano


Antígona dice “no”. La contundencia de ese “no” trasciende en el ámbito de lo material. La vuelve polvo de estrellas, cenizas liberadas. Desde su fragilidad, Antígona erige la fuerza de su convicción contra todo y contra todos. En “Antígona”, el valor de la muerte es, sin metáforas, el valor de la vida.





"........noche oscura. Las nubes ocultan las estrellas. El destino debe esperar, con la certeza de que el cielo volverá a despejarse..."


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