LA EDUCACIÓN DE NUESTROS HIJOS E HIJAS: CUANDO CREEMOS QUE SOMETER ES EDUCAR

Muchas veces he pensado que sería ideal que esas personitas venidas al mundo lo hiciesen con un manual de instrucción para poder criar adultos y adultas felices y realizados/as ,porque la falta de conciencia a la hora de educar, además de otros factores, puede dejar heridas profundas, conscientes y/o inconscientes 

Ninguna madre o padre está libre de cometer errores, sin embargo no todo el mundo comete según que errores. En la educación de nuestros vástagos el amor es el hilo conductor, junto al sentido común y un interés por informarse para saber cuál es la mejor manera para hacer que ese ser humano depositado en nuestras manos  florezca y crezca lo más fuerte, y realizado posible


Para que una persona pueda florecer y anclar bien sus raíces necesita un entorno estable, regado con serenidad, comprensión, amor y también normas que es algo muy diferente a autoritarismo: se hace porque yo lo digo y punto

Es cierto que los/as profesionales de la educación y la pedagogía vemos con preocupación como en estas latitudes en los últimos años hemos pasado de un extremo del péndulo (educación autoritaria) al otro. Padres y madres helicóptero que sobreprotegen a sus hijos e hijas para evitar que se frustren creando de nuevo una desigualdad: el niño o la niña está por encima de ellos/as

Sobreproteger es desproteger. Pero este no es el tema de este post

Quiero hablar de algo que todavía sigue en el aire, y nos seguimos encontrando en nuestro trabajo y en la vida,  que es una suerte de mantra normalizado y tóxico: es tu madre, es tu padre, (cállate o te aguantas) o soy tu madre, soy tu padre te aguantas y un largo etcétera para anular, invalidar o exigir sometimiento

Porque cuando hablo de este mantra me refiero a su uso para consentir, justificar y normalizar determinadas acciones o actitudes lesivas para los hijos o hijas:

Insultos, gritos, exigencias desmedidas, bofetadas, emociones ninguneadas, anulación del yo soy, manipulación emocional, inaccesibilidad emocional, vejaciones, tratar a los hijos e hijas como seres inferiores... y otro tipo de sometimiento o maltrato que suele darse en entornos disfuncionales que se caracterizan por ser familias donde la tensión, la crítica excesiva y el conflicto injustificado entre hermanos o hermanas (fomentado por alguno/a de los progenitores al tener al hijo/a dorado/a y al chivo/a expiatorio/a) hace presencia, en vez del amor y la armonía

La reflexión es clara, y es una invitación a un cambio de conciencia. El abuso infantil que deja evidentes marcas físicas lo tenemos claro, pero hay otro más sutil que se desdibuja, se normaliza y queda en la sombra, emergiendo solo las secuelas del mismo que es el de: 

Una bofetada.  <No pasa nada, a mí me dieron muchas cuando era una niña, niño>

Insultos o vejaciones del tipo: eres un inútil, qué manazas eres, estás fatal de la cabeza,  eres un desastre, no vales nada. <Qué exagerada, exagerado, qué sensible eres>

El control excesivo y no permitir que los/as menores de ese entorno familiar puedan expresar lo que son porque jamás van a cumplir las expectativas, ni van a obtener validación o el amor que necesitan para crecer como adultos/as saludables y lo que es peor aún y muy habitual: 

Estos niños/as o ya adultos/as que han vivido o siguen viviendo estas situaciones son invalidados/as y culpados/as muchas veces por su entorno cuando expresan rabia o dolor  por ese halo judeo-cristiano de sacralidad en torno a los padres o madres 

Los padres y madres son personas que pueden hacer mucho daño. Poner la etiqueta de que debe existir una reverencia por el hecho de que te hayan parido es dejar indefensos a otros seres humanos que ya per se han crecido con indefensión aprendida

Ahora es impensable decirle a una mujer que relata que su marido le ha pegado una bofetada, o que la trata como a una ciudadana de segunda o la menosprecia que no es para tanto y lo respete porque es su marido

Eso ocurría hace años en mi país

Pues dejemos al lado la titulitis, el hecho es el mismo,  y las secuelas psicológicas muy parecidas, más graves y profundas cuando son niños o niñas pequeños o pequeñas (baja autoestima, trastornos de ansiedad, depresión, elegir relaciones abusivas de adultos...)

Da igual que lo haga un padre, una madre o una pareja.

 Y decirle a alguien que siente un lógico dolor o rabia porque de vez en cuando le han dado o le dieron una bofetada o le vejaron que no fue o es para tanto ES  REVICTIMIZAR

Pegar una bofetada, vejar, insultar, tratar con superioridad a otro ser humano es maltrato, no es educar; es someter y adoctrinar




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