RASGOS COMUNES DE LAS PERSONAS QUE NO SE RINDEN
Creo que las personas que más me
han inspirado a lo largo de la vida son aquellas que no se rinden. No hablo de
superhéroes. Hablo de personas comunes que siguen adelante a pesar del miedo,
las dificultades y el dolor.
Hablo de la luz que desprenden a través
de las heridas.
Hay algo poético y tremendamente
humano en ello. Con esto no quiero decir que ensalce el sufrimiento.
Me refiero al motor interno que
se activa cuando todo lo demás se diluye. A ese paso de más dado cuando la
mayoría de los demás se han rendido.
A quienes saben que cada batalla
es una oportunidad para fortalecerse.
Estos son los rasgos que las distingue:
1.
Aceptan los retos vitales.
Saben aceptar lo que no pueden
controlar y convertirlo en una lección de aprendizaje. No se golpean ante el
muro de las lamentaciones. Aceptan, ven el propósito y siguen avanzando. No se
aferran a la herida, la convierten en brújula. Saben que lo que duele también
enseña. Miran sin resentimiento.
2.
Son resilientes
No importa las veces que se
puedan caer, se levantan siempre. Su fe es
silenciosa. Quizá no siempre saben cómo, pero sí saben que habrá un camino.
Su fuerza no viene del control, viene
de la entrega.
3.
Tienen determinación
Persisten más tiempo que la
mayoría: no paran cuando están cansados, sino cuando han terminado.
La disciplina diaria sustituye la
motivación momentánea.
Ven los obstáculos como parte del
proceso.
4.
Su mentalidad es de crecimiento
Ven el fracaso como una oportunidad
de aprender a no cometer el mismo error y las dificultades de la vida como una
oportunidad para fortalecerse. Ocurra lo que ocurra.
Aprendieron a perder sin
perderse. A comprender que todo final es el punto de partida de un nuevo
comienzo.
Miran atrás solo para coger
impulso. Enfrentan los retos buscando cómo mejorar, no cómo evitar fallar.
5.
Confían
Tienen una fuerte creencia en su
capacidad para influir en los resultados. No dependen de la validación externa,
porque saben que buscar validación externa es ceder el poder a otros para dirigir
su destino.
Su validación viene de dentro.
En lugar de compararse, se superan.
6.
Tienen un “para
qué” poderoso
Nietzsche decía: “Quien tiene un
porqué para vivir, puede soportar casi cualquier cómo”.
Ellos y ellas dan un paso más. Saben que en la vida hay muchos por qué
sin respuesta; lo aceptan y afrontan los desafíos desde los para qué.
Su motivación no es superficial, es
un propósito vital más profundo. Y ese propósito vital actúa como combustible
emocional cuando todo parece perdido.
7.
Tienen autocontrol
emocional
Gestionan el miedo, la frustración y
la ansiedad sin dejarse dominar. Practican técnicas de autorregulación: son personas
reflexivas.
Mantienen la calma ante la
incertidumbre
8.
No son ingenuos,
ingenuas
Reconocen los problemas sin negarlos,
pero creen que encontrarán una salida.
Son personas auténticas, genuinas. Tienen
esperanza activa: actúan mientras esperan lo mejor, incluso en los días más
oscuros.
9.
No buscan
gustar, buscan ser fieles a su verdad
Han dejado de vivir para la aprobación
y el aplauso. Su energía va hacia lo que les hace sentir en paz, no hacia lo
que les da validación.
Por último, tienen memoria de sus
batallas
No olvidan lo que han superado,
porque saben que la gratitud es su combustible y cada cicatriz les recuerda que
ya fueron fuertes antes
