LA FELICIDAD SEGÚN BYUNG-CHUL HAN: CUATRO MIRADAS RADICALES PARA NUESTRO TIEMPO

 

Recientemente, el filósofo germano-surcoreano BYUNG-CHUL HAN (Seúl, 1959) fue galardonado con el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2025 por su “brillantez al interpretar los retos de la sociedad tecnológica” y su capacidad de comunicar nuevas ideas que combinan tradiciones filosóficas de Oriente y Occidente.



                                                                                                   Byung-Chul Han / Foto: Internet

En su obra, Han analiza cómo la sociedad del rendimiento, la transparencia digital y la positividad compulsiva afectan nuestro modo de vivir.

En particular, aporta una visión provocadora sobre la felicidad: lo que creemos que es, lo que nos exigen que sea y lo que realmente podría ser.

Esto me recuerda las dudas que tuve cuando decidí llamar a mi blog SER FELIZ BY MARTA PALACIOS . La intención no era vender la fórmula de la felicidad, porque no existe. Mi intención era —y sigue siendo— transmitir todo aquello que, en mi viaje a Ítaca, me ha hecho crecer, fortalecer mis raíces y ser más estable y feliz incluso en medio del dolor. Aunque suene paradójico y contradictorio.

Por eso me gusta tanto el trabajo de Han y las ideas que ha desarrollado sobre ese estado de bienestar que tanto se persigue hoy en día.

Son estas:

1. La felicidad no tiene que ver con una vida activa, sino con una vida contemplativa

Han sostiene que en la sociedad actual se privilegia la actividad constante, la producción, el hacer, y se asocia el éxito con la felicidad. Pero esa lógica agota. En su obra La sociedad del cansancio, explica que vivimos en una «sociedad del rendimiento» donde la libertad se traduce en autoexplotación.



Para Han, el verdadero bienestar radica en la capacidad de detenerse, de contemplar, de recuperar el silencio y la pausa.
Solo en la quietud surge el espacio para que la felicidad deje de depender del logro.

2. La mentalidad neoliberal convierte la felicidad en obligación y rendimiento

Han denuncia que la felicidad se ha vuelto un mandato: “sé feliz”, “consigue ser feliz”. Esta exigencia genera presión, ansiedad y un sentimiento de fracaso cuando no lo logramos.
En su análisis, la positividad absoluta es tóxica porque niega el dolor, la imperfección y la vulnerabilidad. 

Y esa negación alimenta un tipo de infelicidad distinta: culpa por no estar constantemente bien.

3. El dolor forma parte esencial de la felicidad auténtica

Según Han, para que la felicidad sea profunda debe incluir —aceptar— cierta dosis de dolor.
Sin sombra, la luz pierde sentido. El dolor enseña, transforma, significa.
En su visión, una cultura que elimina el dolor o lo rehúye está empobreciendo la experiencia humana.
Sé por experiencia, que el dolor puede ser catártico y, en el proceso de reconstrucción, tras sufrir una herida intensa, podemos nacer a un nuevo yo más sereno, feliz, fuerte, anclado y libre.

4. La exigencia de estar siempre feliz produce fatiga

Vivimos en un mundo saturado de éxito, bienestar, conexión digital e imágenes ideales.
Para Han, eso es una nueva forma de opresión: la obligación de estar bien. 

Durante la ceremonia de los premios en Oviedo, señaló que somos instrumentos de nuestros smartphones y de los eslóganes posmodernos de libertad.

La consecuencia: agotamiento, pérdida de deseo, cansancio existencial.

Y es que, la felicidad auténtica no se agota, pero la felicidad obligatoria sí.