Hace una
semana tuve un problema con mi tarjeta SIM. Me vi en la necesidad de
solicitar un duplicado, apagar el móvil, desinstalar aplicaciones, volver a
reiniciar todo de nuevo y hacer que un potente antivirus recorriese todo el
software del sistema
Estuve unas
horas con el teléfono inoperativo, mi única red social cerrada (y así continúa. No
quiero volver ahí, al menos por el momento), sin foto de perfil en mi
WhatsApp y con este blog en modo off
La inercia inicial fue la típica de esta era que nos ha tocado vivir, estrés y un NO SIN MI MÓVIL, como si fuese una extensión de nuestra propia vida y algo se llevase de nosotros por no tenerlo activo
Pero decidí no avisar por otro medio y hacerme un let it be a la antigua usanza, la de la época analógica cuando llamabas a alguien a su fijo y si no contestaba solo concluías que no estaba o no podía atenderte en ese momento, sin más
Por temas laborales tuve que conectarlo de nuevo y comprobé las reacciones por haber estado offline. La mayoría eran de preocupación
Entonces
no sé por qué sentí el peso de la interconexión permanente de esta era. Respiré
profundo y dije necesito un MODO AVIÓN ya
Tomé
conciencia real de la dependencia que hemos generado con esta maquinita de
aspecto inofensivo a la cual dedicamos demasiadas horas valiosas de nuestra
existencia y a la cual le damos demasiado valor
Y
empecé a darme cuenta de la cantidad de información inútil consumida en un día.
En serio. Y la hiperactividad que tenemos por estar con la neurona conectada
todo el tiempo, haciendo scrolling de
vídeos o posts random o de la vida de los demás
Necesité
entrar en la cueva. En el silencio de la desconexión total. Así he pasado la
semana conectada solo en pequeños momentos por si habían dejado algún recado
importante que atender. Disfrutando del sonido del verso de la vida y no del
aturdimiento constante del metaverso
<Desinfoxicándome>
Sintiendo como en ese silencio la
vida habla más alto que nunca
Un remanso de paz
La realidad
La tranquilidad de lo auténtico
Del encuentro con el yo soy
Del cesar del parloteo constante
para escuchar el graznido de las gaviotas a través de la ventana
O el sonido de mi mar
Solo eso