SER FELIZ by Marta Palacios

A veces no sabemos la fortaleza que tenemos hasta que la vida nos pone a prueba. Y nos pone a prueba, de forma inesperada, como un golpe de viento huracanado que destruye los cimientos dejando el caos en el centro justo del escenario Una enfermedad Una pérdida Una guerra Una injusticia... O solo la profunda sensación de no encontrar nuestro lugar, de no saber quienes somos de tanto ahogarnos en la rutina, en los deberías, en los tendría que , en el día de la marmota que tozudamente repite las mismas experiencias 24/7 Todo dolor vital viene precedido de una pérdida: la salud, un ser amado, la libertad, la sensación de justicia, un trabajo, derechos fundamentales.... Pérdidas infinitas, con mil matices Pérdidas que nos desconciertan y hacen que se nuble nuestro para qué y nos preguntemos y ¿ahora qué? Al prestar atención a nuestro dolor perdemos el rumbo, quizá por un instante, quizá para siempre, porque no alcanzamos a ver el significado de lo sucedido A mi mente acuden las palabras de

  Gritar un alto al fuego sería como pedirle al sol que dejase de calentar la tierra. Desde que existe el mundo hemos matado, odiado, dañado. Somos una especie compleja, capaz de lo mejor y de lo peor y aunque hay una mapa moral arquetípico inserto en lo ontológico de la humanidad, también hay un lobo sediento de sangre que conduce a algunos y a algunas al exterminio del ser, en todas las formas posibles, causando un sufrimiento insoportable.  Aún así no puedo reprimir un grito ahogado. Un grito silencioso que ojalá llegue a algún lugar para sacudir conciencias. Aquí estoy delante de mi portátil, rodeada de amor, en una burbuja de tranquilidad, con la leve caricia de la libertad, sabiendo que mis derechos fundamentales, al menos en este momento, gozan de buena salud. Una privilegiada en lo básico. Si tengo sed, bebo. Si tengo hambre, como. Si tengo frío, enciendo la calefacción. Si quiero dormir duermo con la seguridad  de que el único estruendo que puede despertarme son los truenos de